Nací el 1 de febrero de 1983. Mis padres siempre me recuerdan que ese invierno nevó como nunca antes, y nunca después.
Rompiendo tópicos he de decir que no soy el típico autor que escribe desde que tiene uso de razón, pero sí puedo asegurar que he creado historias desde que tengo recuerdos.
Al principio mis historias las protagonizaban los juguetes. Sentado en el jardín de mi casa, pasaba las tardes con mis playmobil, y aprovechaba los monstruos de otras colecciones para crear mis historias. El jardín era el bosque, y jugaba horas y horas, hasta que el sol se escondía o la tarde refrescaba.
Al tiempo que crecí, aparqué los juguetes y comencé a dibujar lo que imaginaba, pero, aunque dicen que el dibujo se me da bien, no conseguía plasmar lo que mi mente quería transmitir.
Entonces, gracias a mi madre y mi hermano -dos grandes lectores-, descubrí la lectura, y gracias a un buen amigo, llegó a mis manos el primer volumen de la trilogía El Señor de los Anillos. Y ahí cambió mi vida.
Me convertí en un lector compulsivo de fantasía épica, donde descubrí grandes sagas como Warhammer y Reinos Olvidados, entre otras.
Con el paso de los años me hice más exigente con la fantasía, hasta el punto en que me pregunté: ¿Y si escribo yo el libro que me gustaría leer?
Esa pregunta inició la chispa de la llama que todavía refulge en mi interior. Y no creo que se apague nunca.